Nulla dies sine linea

31 marzo 2010

Wyeth

Puede que vengas justo en el momento que menos te necesito. O puede que no. Ahora adoro el silencio de tu mirada profundamente triste. No sabría explicarlo, pero tienes el mismo color de ojos que la bruma de mis sueños donde te llevo observando varios lustros. Hay niños correteando por la calle y dos hombres imprudentes cabalgando en el interior. Es lógico que me tomes por un loco, por un Harry Haller más que reniega de su condición dentro del mundo. Pero no es así.
Creo sinceramente que estoy consiguiendo poco a poco hacerme con el control de la situación, de tu propia voluntad. Esa reticencia arisca que tanto me atrae, tu negativa a dejarme ver el mundo que escondes… y sin embargo intuyes constantemente que soy alguien perdido en la vida entre supervivencia y alcohol, maldita sea, nunca vendas una imagen de perdedor que no te corresponde, tan sólo se trata de dignificar lo que hago. No volverán los demonios tan pronto querida. Me dejas acariciarte desnuda para calmar la ansiedad. Ayer hubiera caído en la demencia si continuara en solitario. Esta vez tengo tu fuerza, aunque siempre es temporal, siempre te acabas yendo y llega otra, nunca me he acostumbrado a esa estacionalidad transitoria, a la expectativa. Pero acaba por aparecer otra con la que jugar a la madurez y simular destruirnos hasta convertirse en realidad. El cine siempre fue un sueño, una forma de huir, un doloroso retrato de nuestras miserias.
Hoy creo que por primera vez te he visto llorar, pero no estoy seguro. Decías que porqué me hacía eso a mí mismo, si no podía dejar de hacer daño a los demás también, que no comprendes cómo puedes estar enamorada de alguien así. Pero tú también te rendirás, créeme, saldremos de la vida del otro por la puerta de atrás y dando un portazo, querrás verme desaparecer. No, no digas que nunca va a pasar. Sólo somos seres débiles imaginando ser fuertes, perdiendo mientras asimilamos victorias, soltando cuerda, matizando el tiempo, midiendo los besos mientras insultas y quieres. Te digo que estamos al principio, con tanto miedo como coraje suicida, vagamente conscientes de que arderemos pero con una incontrolable fuerza que nos empuja a seguir adelante, siempre bailando, hasta que de nuestro último tango no quede nada. Me empiezas a querer. Ahora estás dentro, pero no nos pertenecemos. Sólo una brecha más, sin duda, un peligroso camino de difícil retorno, pero convencidos de morder. Habrá sangre de nuevo.
Existe cristal de heroína en el reflejo del mar que nos hace navegar permanentemente a la deriva. Iré hacia abajo y desearás salir a flote, sin que te arrastre en mi descenso. Carita de porcelana, alma atravesada por el elixir de la droga. No volveré a buscarte. Nos consumimos y te abrazo para prendernos fuego.
Estudio las alternativas que la vida me ofrece. No hay demasiado para escoger. Nadie desde arriba nos amenaza con el infierno. Continuaremos adelante aunque de nuestro estómago mane bilis y panza arriba te subas sobre mí.

Dejo las rayas de lorazepam a un lado. Las he cortado yo para frenar la abstinencia. Miro la botella en el suelo. Tú me miras a mí. Sonríes. Yo vuelvo a beber. Afuera es otra vez de noche.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me das miedo.

Roberto GRANDA dijo...

Es todo pose, impostura, demencia simulada. No se lo tome usted tan a pecho.

Anónimo dijo...

Woriz al aparato. Muy bueno si señor.