Nulla dies sine linea

30 agosto 2007

Envite final

Es más saludable saborear el desamor en una barra de tugurio que atormentado bajo el insomnio unas sábanas. Su presencia me duele, pero intento no dar síntomas de debilidad, y mucho menos descuidar los flancos. Se ha presentado por casualidad y tengo que enfrentarme a mis viejos fantasmas.
Es de esos momentos que se te pasan por la cabeza un montón de cosas que decir pero cuando ella se acerca sólo puedes poner esa sonrisilla de idiota y dar los dos besos más hipócritas de tu vida.
-¿Solo en un bar?- es su saludo de bienvenida.
-Bien, ¿y tu?
-Que haces por aquí hombre.
-Estoy esperando a una amiga.
-¿Sales con alguien? mealegro por tí.
-No, no salgo con nadie, dije una amiga.
El diálogo sigue por unos derroteros intrascendentes - como la mayoría de las conversaciones de barra, aunque nos creamos que estamos deliberando los temas más importantes del mundo- hasta que intenta atacar por una avenida cerrada.
-¿Ya no escribes?
-Si escribo, pero no para tí -Esbozo una mueca de orgullo y miro con preocupación la peligrosa recta final que ha alcanzado mi vaso.
-Sigues siendo un borrachín.
Carraspeo y apuro de un trago mi Jim Bean.
-Mis vicios terminan dónde empiezan los tuyos.
-Eres un capullo.
- A quién intentas convencer.
-He estado con tíos que me entendían mejor que tu.
-Tampoco es muy difícil, yo no te entendía una puta mierda -Su comentario pretendía ser hiriente y yo respondí con ironía.
Dos copas y media hora después su escote se mezcla con el ambiente y las gotas de sudor que recorren la parte alta de sus senos se asemejan a las de mi vaso.
Es en ese momento donde el deseo recorre todas las partes de mi cuerpo, ese deseo incontrolable que solo quiere poseerla una vez más, un fugaz reencuentro de dos examantes y dos exvidas compartidas, y es ese pensaminto entre el morbo y el placer lo que desencadena una espiral imparable. Sólo será esta noche, me digo, y la olvidaré para siempre.