Nulla dies sine linea

01 marzo 2010

Al fondo

Demasiado amedrentado por la posibilidad de que las circunstancias le superasen y los temores, sentimientos, fracasos y palpitaciones se le fueran de las manos, Nicolás había pasado la mayor parte de su vida huyendo de sí mismo, evitándose con recelo y sin aunar el valor suficiente para esa necesaria inmersión al interior, territorio que infligía respeto y una notable inquietud. Siempre a la defensiva, con expectación mal calculada y buscando una solución rápida y fácil ante cualquier encrucijada en la que la decisión hubiera conllevado algo más de aplomo, de dar esa implicación extra, la inevitable factura que se debe pagar.
Pero cuando las circunstancias sobrepasan como el vino derramado en un mantel viejo se filtra por la tela hasta llegar al corazón de madera se ve en la tesitura de aplazar esa huida y el desentendimiento vital que le singularizaba. Por eso se quitó la coraza de la cobardía, puso a un lado la careta de imperturbabilidad y se ofreció en pecho a la vida, dispuesto a perder la integridad en ello, concienciado del alto precio a sufragar, pero sin titubear, con una decisión soberbia y arriesgada que incluía algo de mentalidad suicida.
Fue un cambio ciertamente radical, pero el implicarse de manera personal (y personalizada) en aquello que reclamaba de su coraje, aquello que no podía eludirse por más tiempo, sentía que estaba ofreciendo llegar al fondo, dar una parte de su alma, a razón de obtener un mejor conocimiento de sí mismo que le serviría para ser más consciente a la hora de aplazar, para reconocerse a él y a los demás en las miserias humanas, en vestigios de batallas y también en luminosas construcciones edificadas sobre remotos lugares, muy dentro de la mente, que pilotaba ese travesía por el mundo.
Por eso Nicolás ya no duda en dar lo que se le requiera, cuando su corazón o su mente (o simplemente un instinto de algo que no se ve) le demandan intensidad y sufrimiento, no una ligera mueca superficial o una participación anémica e insuficiente.

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