Nulla dies sine linea

08 junio 2011

Tarea para casa

Planes. Nos pasamos la vida haciendo planes. Unas vacaciones, un examen en el futuro, un apartamento, un trabajo, una novia a la que entregarle tu amor y tu voluntaria monogamia, una hipotética que pedir, una isla que visitar, una cuenta pendiente que cerrar. Mañana. “El mañana”, temible expresión para ansiosos, para tensiones de provecho, cantera para farmacias y farsantes.
El único plan que la vida nos tiene reservado es la muerte. Ése es el plan más perfecto. El futuro cuando aparece lo hace vestido de presente, por lo tanto no lo alcanzamos nunca, al tenerlo y pensarlo ya está ahí, y borra del mapa cualquier después.

“Conocerse bien a uno mismo representa un primer e importante paso para logar ser artífice de la propia vida”, leí en no sé qué guía de autoayuda de algún mameluco, cuando creía en las guías y en las autoayudas. Pero mierda de manatí hembra para todas ellas. Me hice mayor observando mi propio comportamiento desde dentro, analizando las funciones de la mente y sus impulsos como se comprueba las reacciones de un motor, esquivando cada golpe por vivir con intensidad, escribiendo pensamientos en un cuaderno desvencijado, con el señor Waits de fondo. Cayendo en las pastillas recetadas y el alcohol en una mezcla explosiva de salvaje resaca, volviéndome loco, perdiendo mujeres, ganando amigos, teniendo la lucidez para renegar de todos los dioses clásicos y modernos, viéndole la cara al miedo y su mueca burlona.
Gané aplomo, fui aprendiendo a ser más fuerte, más maduro, a expresar mis sentimientos a la gente que más quiero, a ocultarles la verdadera cara del terror.
Tenía un refugio de soledad y música, una mirada al vacío, una botella en la mesita, una masturbación carente de sentido, el fino hilo que teje la tarde cuando cae el sol y las sombras recogen la palidez de tu semblante.
Porque en lo más profundo de ti, frente a tu verdadera mente y personalidad, estás solo, completamente solo contra tu mundo en el que ganar es asunto tuyo, una tarea particular; y ni las pastillas ni la familia ni las guías van a salvarte si no aprendes a salir del pozo, identificar los espectros, enfrentarte a la propia obstinación, codearte con los fantasmas y romperles la cara, a mirarle a los ojos a la nueva semana y decirle que no vas a rendirte. Nos hace vislumbrar un poco la grandeza que atesoramos.
La influencia del pasado como forma de atacarte en la tibieza de la madrugada. Y a su vez siempre hubo un miedo innato, atávico, inexplicable, al futuro, a todo lo que nos queda por vivir y de qué forma será.
Tengo un máster en ansiedades. Puedo jurarles que nunca llegó mañana. Mañana es hoy. Hoy que te tengo, hoy que te irás, hoy que marcharé dejándote un reguero de incertidumbres en la mirada. Hoy. Nada más.

2 comentarios:

Alba Teresa Porta Garcia dijo...

¿Sabes cuantas discusiones absurdas
he tenido que soportar con gente que no hacía mas que hacer planes de futuro a larguisimo plazo con absultamente todos los detalles meticulosamente estudiados y bordados?

Roberto GRANDA dijo...

Qué me vas a contar.