Nulla dies sine linea

05 noviembre 2008

Lluvia

De pequeños podíamos oír cosas como que todas las gotas de lluvia van a parar al mar. Eran palabras bonitas para mantener a los niños en el mundo de lo onírico y la belleza terrenal de las personas y las cosas. Pero no es cierto, la lluvia caída recorre surcos en majestuosas montañas hasta ríos y de ahí al inmenso mar, cubre hermosos prados con su verde y salpica las flores de los campos y las ventanas de los colegios, es real y hermoso, pero muchas veces se pierde en sucias callejuelas, en alcantarillas de las entrañas de la ciudad, sobre el mugriento techo de una fábrica, en las paredes de una casa abandonada donde no habita ya nadie o sobre los cuerpos de las personas que no tienen un techo donde tapar su desgracia.
Al igual, las palabras que las mujeres nos dicen, aunque emitidas con fuerza e integridad, van en ocasiones cargadas de veneno, de falsedad, de mentiras escondidas entre dos frases reales y excusas que calan hasta el fondo porque lo único que quieres hacer es creerlas. Deseas que la vida sea tal y como te la pintan, pero ellas omiten detalles entre afirmaciones y disfrazan realidades entre predemitación bien dirigida. Tan bien condensada que ni tu te das cuenta; falacias o medias verdades que son tan sinceras como un día luminoso.
Su veneno te embriaga y su calidez te acoge, no pones alerta tus sentidos porque ella miente pero tú lo permites con una suspicaz amnistía. Evitan sus problemas con un golpe de mano y esquivan las complicaciones con una recurrente inventiva, muchas veces promulgada de buena fe y con la intención de agradar al otro, de ocultar, maquillar o negar en pos de la tranquilidad.
Pero siempre existe una bala perdida que al impactar con el cerebro ayuda a atar cabos, y comienzas a ver toda la trama con especial recelo, sospechando que, como dijo un grupo de rock español, la sonrisa de una mujer nunca ha sido una cosa de fiar.
Al igual que las gotas de lluvia van a parar al mar, donde se unen con sus raíces en armonía, aquellas que quedan por el camino, son las que afean la ciudad, machacan los monumentos y hacen la vida un poco más triste, mas gris, menos clara. Y la gente se cansa de la lluvia.

No hay comentarios: