Nulla dies sine linea

01 noviembre 2008

Ellas


La ciudad tiene las similitudes de una mujer. Cuando caminas por ella, si te gusta, te notas tranquilo, feliz, deleitándote en cada rincón, en sus calles, sus recovecos.
Te agrada mirarla a veces con detenimiento, disfrutando de su belleza, de sus plazas, sus edificios y sus lugares verdes. Hay sintonía entre los dos, te gusta estar en ella, sentirla. La vives de noche y la paseas de día, la saboreas y la sufres.
Te lleva a un abismo de rutina en las jornadas laborales pero también es electrizante y cautivadora. Puedes criticarla pero es algo que te lo permites a ti mismo, no te gusta que nadie de fuera lo haga. No te da más el fútbol pero respetas los colores del equipo que la representa al igual que respetas la familia o la fe de tu mujer.
Te acoje para bien o para mal. Aguantas con resignación sus atascos, sus obras y remodelaciones, la lluvia, sus ruidos e inconvenientes. Te libera y también te agobia, te cansa pero no puedes vivir alejado. Hechas de menos su olor cuando estas lejos y la calidez de sus gentes, deseas regresar a sus brazos urbanos, porque la sientes tuya aunque haya más habitantes en su vida. Te gusta verla limpia y hermosa, preparada para las fiestas o encaminando el sábado noche.
Piensas en vivir siempre allí aunque sabes que existe la posibilidad de que ella tenga que verte partir, y cuando regreses probablemente no sea la misma.

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