Nulla dies sine linea

10 junio 2012

Pequeño apunte de una pasión

La había querido más que a sus propias fuerzas. Deseado desde que sus miradas se cruzaron. Desde aquella primera cerveza compartida, al calor de la barra de un bar. La había seducido con su voz, su mirada, su piel, aquella piel que olía a mujer y a libertad. Esta vez hay que hacerlo bien. No se podía permitir fallar de nuevo. En sus ojos veía que ella jamás le traicionaría. No hay reproches que echarse en casa. Sólo acariciar su mano, su pelo. Había buscado entre sus labios la esencia de la juventud, una segunda oportunidad. Había mordido esa boca hasta hacerle daño, contándole las pecas hasta el Finisterre, allí donde todo empieza y todo termina, el lugar de su bendita lujuria.
La deseaba por encima de las mareas, del embrujo de la luna, de las fuerzas de la naturaleza. La deseaba como si nunca antes hubiera amado a una mujer, como si fuera la primera.
Vivía dentro de ella y moría por aquello. Dormir no es una opción con el desvelo. Su cuerpo, su dulzura, su madurez serena. Una sonrisa a media luz que podía hacerle enloquecer. Borracho de un amor que llega sin buscar, encontrando la posibilidad de volver a renacer. De cenizas de miseria y pobres recuerdos llegó ella para curar todas las heridas que aún abrasaban bajo la piel tibia.
Si alguna vez un hombre mereció ser feliz, ahora podía revelarse en él. Podía tenerlo todo, estaba a punto de conseguir lo que más quería. Y volver al lugar donde nació para ser rodeado por sus brazos. No pedía nada más. Ni nada menos.

2 comentarios:

Pavel dijo...

Simplemente me ha encantado tu relato.

"Pasión es sentir por algo o alguien lo que jamás podrás describir, contar, ni esperar. Pues, en ese sentido, la pasión llega cuando uno menos se lo espera"

Pavel dijo...

Simplemente me ha encantado tu relato.

"Pasión es sentir por algo o alguien lo que jamás podrás describir, contar, ni esperar. Pues, en ese sentido, la pasión llega cuando uno menos se lo espera"