Nulla dies sine linea

07 junio 2008

Breves

Adrián Amaba a esa mujer por encima de cualquier cosa. Ella le decía a su vez siempre lo mucho que lo quería, pero no parecía bastar en su empeño de extrema desconfianza. El miedo a perderla, a que se acabara el amor, encontraba siempre un cauce de salida entre su sistema. ¿Cómo puede un hombre dejar de lado los temores que acechan cuando se demora más de lo previsto en una llamada, en una visita, en una salida nocturna con las amigas? Por una parte confiaba en ella plenamente, y por otra sentía punzaditas de metal helado en la boca del estómago cada vez que se sucedían algunas de estas situaciones. No era tanto el temor a un engaño como el miedo a sufrir él, a tener que encontrarse de nuevo frente a una situación dolorosa que lo lleve a reventar toda la estabilidad que había edificado entorno a ella. Egoístamente, el ser humano siempre busca el fin último de su autocomplacencia, su bienestar por encima del resto. No se le puede culpar por ello, al fin y al cabo con uno mismo es con quien más tiempo se va a pasar en la vida, y sentirse a gusto con tan especial persona es primordial para poder estarlo de cara a los demás, incluida tu pareja. Es una relación recíproca, pues si estás de puta madre con tu pareja, implica estar bien con uno mismo.

Al final esa inseguridad constante se volvió contra Adrián cuando ella conoció a un joven vital pero maduro, que le aportaba serenidad, confianza y mucho amor. Tardó 3 meses en conseguir que ella se sincerara, y para entonces su mundo se derrumbó por completo. Tuvo que pasar por las distintas fases de negación hasta la aceptación como si de un fallecimiento se tratase. Y tardo en descubrir que la huida nunca se debe al control ,a los celos o el temor, simplemente si ha de ocurrir va a ocurrir de todas maneras, y nadie puede planear quien va a entrar en su vida, de quien se va a enamorar o si el amor se termina por la vía del desgaste. La vida sigue.

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