Nulla dies sine linea

11 febrero 2009

El cuaderno de Isabela


Todo el mundo la conoce por Pepa, pero su nombre auténtico es Isabela Páez. En su casa nadie espera ya más que una sólida oscuridad. La tristeza le añade encanto. Desconocida en desnudez del alma, habitualmente mantiene silencio mientras sus pensamientos se entrecruzan, se lanzan preguntas y conversan, bajo el mutismo de su semblante. Nunca se sabe en realidad cuáles son sus verdaderas luchas internas. Los ojos cambian de expresión, se vuelven dóciles tras la mirada perdida. Su gesto se endurece, pero no se descompone. Imaginarse a sí misma en épocas distintas de su vida, cuando la edad no le permitía sospechar que el dolor, la inquietud y la esperanza podían ser cosas importantes, y tan distintas entre sí, cuestiones que se presentaban como jeroglíficos, enrevesados unos detrás de otros, buscando la manera de encauzar las regiones perdidas.
Isabela ama la actual presencia pero estrecha relaciones con la ausencia. Difícil de doblegar en sus ideas, juega sus bazas al son que mas le convenga a sus prioridades.
Es partidaria de los besos ofrecidos, cálidos, sin reservas que incomoden la intimidad. Es un conjunto de sabidurías y bondades innatas que la hacen tan grande y tan humana.
Guarda con recelo debajo de su escritorio un cuaderno donde compone hojas en las que enlazar frases que le surgen de improviso, la abordan con fuerza y la obligan a vencer su propia timidez y enarbolar las facetas de sensibilidad que nadie sospecharía en ella. Es un cuaderno que habla y que late, pues es en realidad la propia Isabela dialogando con los pliegues de su frente.
Revela en párrafos un escondido romanticismo que hace adelgazar a las palabras en cada línea que leemos:

"Una lágrima significa muchas más cosas que tristeza. Tal vez sea el resultado de una emoción incontrolable al igual que el corazón sabe mucho antes que la memoria y es capaz de vencer a ésta, de los recuerdos no recordados. Hay amores que queman en las manos, otros que se acomodan fría y secamente sin hacer mucho ruido y nos aniquilan los años casi sin darnos cuenta. De las vueltas que da la vida nos nombran ejemplos determinadas estrellas. Me asusta. Es apasionante. Voy descubriendo los claroscuros de algo grande.
(…) No se necesita entre nosotros más explicación que aquella mirada y aquel abrazo. Somos concienzudos luchadores negados a doblegarse ante las embestidas de lo doloroso, de la inconstancia enamorada. Es mi interior una colmena en ebullición calmada casi siempre por el sosiego de tus besos, de la complicidad encubierta. Evocar tu olor es navegar por el deseo y la pasión, y el recorrido de mi cuerpo es una veda abierta a tus posibilidades.
Somos un cruce de caminos en la niebla, y bajo ella confundimos los destinos.
Somos poesía por llenar, arrugas que cubrir, tormentas que apaciguar. Somos materia en expansión, la parte más dolorosa del verbo tener, unos ojos ofrecidos sin condiciones, dictamen puro del amor".

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