Nulla dies sine linea

26 octubre 2009

Qué sabes

Mierda de café, qué rematadamente malo es el de estos bares pésimos de hospital. Ese desconocido con pinta de chulito que pregunta si puede pedir una copa como si esto fuera una discoteca.
Mi padre ha empeorado, maldita sea ese monstruo de la depresión, ahora le toca a él. Hay que esperar. Qué lugares más sórdidos y escalofriantes son estos sitios.
Hablamos mucho. Al final el tipo me mira y me pregunta por mi situación. Lleva el pelo ligeramente largo y engominado hacia atrás, me fijo que luce un reloj caro en la muñeca derecha.
“Yo conozco también lo que es eso, una tía mía lo pasó!, me dice. Conocer no es saber de primera mano, ingrato, me digo para mí mismo. “es fastidiado, una de las peores cosas de la vida, lo sé de sobra. Y la vida colega tiene momentos muy duros”. Recalca. La vida, que bonita expresión. Personas así que se creen saber todo sobre ella y alardean de ello. Alguien que haya conocido el ocaso simplemente calla, deja a los demás que se lancen un farol. Los que creen saberlo todo no van de vuelta de nada. A los que se les dio siempre todo hecho no valoran nada.
Me río para mis adentros. Qué sabes tú, pobre diablo, del fracaso, de levantarte una y otra vez. Qué sabes de tener miedo del amanecer, de sentir ese terror en el pecho. Qué sabes de la depresión si la tuvo una jodida tía tuya. Qué sabes de llorar de impotencia, del quebrar de dientes. Qué sabes de dormir y soñar que al abrir de nuevo los ojos el monstruo ya no esté ahí. Qué sabes del lento y pausado efecto que van logrando las pastillas, qué sabes del volcán, de mezclar medicamentos con alcohol. Qué sabes sobre que no quieran dejarte solo en casa y vigilen las ventanas. Qué sabes de la muerte si nunca las has sentido cerca, si no la has mirado a los ojos y le has dado la espalda. Qué sabes de la lucha por la vida.
Qué sabes de esa vida de la que tantos hablas, de la sensación de humillación, que te auguren un futuro pésimo y rebelarte contra él. Qué sabes de la incomprensión, de pelear duro, de no entender el mundo.
Qué sabes del amor y de sus traiciones, que sabes de sentirte engañado, de tragarte los sentimientos y saber decir no en el momento oportuno, de dar todo para que al final del camino sólo quede una inmensa nada, de reinventarte una y otra vez, de cerrar cicatrices. Qué sabes de la dignidad y el orgullo, qué sabes del desgaste, de la certeza del nunca más, de los momentos que jamás regresarán.
Qué sabes de mojarte de verdad por alguien, del honor, de la fidelidad, de ofrecer tu corazón y hacerlo para siempre, de desterrar de tu vida a alguien más. Qué sabes del valor, de la sinceridad, del compromiso.
Qué sabes del perder de los años, del sabor de las copas de la derrota, qué sabes del bajón de la coca , que sabes de una trompeta que te hace llorar. Qué sabes de la sangre en los labios, y de la sangre ajena. Qué sabes de dar la primera.
Qué sabes de poner tu alma en un papel, del autorrespeto, qué sabes de las mujeres de turno de noche, de una mano que te reclama, qué sabes del sexo en garajes, de la luna de agosto.
Qué sabes del vómito, de las resacas tremendas, de los polvos urgentes.
Qué sabes si siempre has habitado en la comodidad, qué sabes de buscarle las cosquillas a la vida y sonreír porque en una existencia de fracaso has logrado una pequeña victoria.

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