Nulla dies sine linea

29 septiembre 2009

Vida



La habitación huele a colonia y a un frescor inusual de mañana tibia y limpieza en los poros de la piel. Cojo a mi sobrino recién nacido en brazos, y mirando ese rostro rosado, esa cabecita sin apenas pelo, pienso en esos ojos ciegos que aún no se han abierto al mundo, la vida que ahora empieza y la que le espera, lo que esa mirada se va a encontrar. Ambos somos dos seres humanos pero con un abismo entre nosotros. Uno ha visto el anverso y el reverso de la vida, sufrido y disfrutado las emociones, los achaques del tiempo y del existir, las contradicciones de un mundo que se nos presenta hostil y al día siguiente amable y con los brazos abiertos; un territorio donde se lucha cada hora y no se sueña con el mañana porque ya se tiene bastante con el hoy. Y la otra vida que nace aún desconoce lo que le espera, no sabe nada de sentimientos ni la tonalidad de los colores, no conoce la plenitud del mar, la belleza de un atardecer, ni se figura lo que son unos labios reclamando el primer beso; no sabe el significado del nacer y del morir, ni el ciclo vital de las personas; aún no ha tragado con ruedas de molino sólo porque era la mejor y única opción, ni se ha sentido engañado por amor, ni ha visto la llama del deseo encenderse en la mirada de una mujer clavada directamente en sus ojos. No sabe que será querido más que nada y que en algún momento llegará a querer a alguien más que a nadie.
Tiene por delante la sensación de nervios ante un examen, la espera a las puertas de un concierto que lo transporte a otra dimensión, el sabor repulsivo de la primera calada o el llanto inconformista ante un plato de verduras.
Me pregunto cuales serán sus aptitudes, las aficiones que cultivará, los sueños que tendrá y si se despertará de ellos con resaca, el timbre de su voz diciendo un te quiero, la mirada hacia atrás que dará a su habitación en un último vistazo antes de irse de casa enfrentándose al futuro, la sensación al coger en sus brazos a un niño como lo estoy haciendo yo.
Otros comienzan también estos días su andadura, personitas inocentes como él, totalmente indefensos ante territorio al que no sobrevivirán sin ayuda, y tal vez sus caminos se lleguen a encontrar algún día, en esta nueva promoción que nos sustituirá, una nueva generación de vidas cruzadas.

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