Nulla dies sine linea

07 septiembre 2009

Construir

Te miro en silencio y sonríes sonrojándote. Tienes una cara preciosa. Tú aún no lo sabes pero has despertado en mí la brizna de la esperanza. Necesito respirar, salir a la superficie, alejarme de este torbellino de locura, y tu sonrisa me dice que en tus brazos tal vez encuentre el oxígeno, tras estar a punto de perder la cordura en una relación de trincheras cerradas y rencores abiertos.
Das un sorbo gracioso a tu vaso e intento desviar los ojos para no permanecer todo el tiempo mirando. Para ser la primera vez estás demasiado cerca sentada, puedo reconocer tu perfume, aspirar y cerrar los ojos, mover la nariz inquieto, mirar por encima de tu hombro, pensar en la próxima frase qué decir.
La cabeza empieza a confabular, se hace sus propias historias, tal vez sea el momento de comenzar algo nuevo, de poder triunfar, de tomar las carreteras recién inauguradas cuando las otras cerraron por uso indebido. No quiero un clavo, quiero una caja llena de herramientas con las que construir mi futuro. Así es como llegan las oportunidades. Un día aparecen sin que las hayas llamado y comprendes que deben quedarse contigo, porque de ese tipo de trenes están llenos los depósitos de las oportunidades perdidas.
Por debajo de la mesa noto el movimiento circular de tu tobillo. Hablo de cosas pero no logro escucharme, y cada vez me siento más encandilado por esa negrura que desprenden tus ojos, la forma de las pestañas, el territorio de deseo que forma tu boca. Quiero tener alguna posibilidad de arrojar luz sobre esa melena negra, ondulada y poderosa, recostarme sobre ella y respirar el aroma.
Tras un final siempre se espera el duelo, el pensar los fallos, pagar la deuda sentimental, pero toda persona desea que la vida ofrezca una nueva oportunidad cuanto antes, poner en pie la ilusión. Me gustaría salir de este bar y estar ya muy lejos, pasear con esa cara por compañera, deleitarme en tus virtudes, probar tus defectos, conocerte a fondo, despertar tu admiración, tener en propiedad tus sentimientos para caminar despacio entre ellos, sin llegar a herirlos; hacer que crezcan, alimentar la pasión, provocar al deseo, recorrer con mis manos las formas de tu cuerpo…creo que pienso demasiado, que fantaseo en exceso, ésta es la primera vez pero no me hace falta más para saber que quiero volverte a ver.

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