Nulla dies sine linea

09 septiembre 2007

Frustracion

"Estás demasiado absorto en tu trabajo, dedica mas tiempo a los tuyos"- las palabras de su mujer, dichas un año antes, repiqueteaban en su cabeza, como una condena inaludible.
Para él ya no existían noches de amnesia, revolcones de portales ni adolescentes que le dijeran que era su escritor favorito al que leían todas las noches. Ya había abandonado su columna en el periódico y su juventud se esfumó con el paso de unos años estériles entre un matrimonio obtuso y unas botellas renegadas.
Ya no había risas al amanecer ni hacia el amor con su esposa en una noche de cine y promesas. Siempre ella acostumbraba a echarle en cara que su cabeza estaba demasiado llena de pájaros y sus manos bastante vacías de caricias.
Ahora que se fué con algún abogado famoso, de poco servía lamentarse, ya que dedicó su exitencia a escribir las miserias de los otros, a indagar sobe hisorias ficticias, ahora vivía su porpia novela, en brazos de una casa que ya no reconocía y sufiriendo la frustración de haber perdido a lo que más quería. En sus tiempos de fama se le acusó de escribir siempre bebido, "¿es eso cierto?" le preguntaba ella entre legañas. Cómo podía averiguarlo si jamás tecleó una sola línea en su presencia. Se lo negó una y mil veces, pero ahora que estaba solo, esa era la única manera de redactar.
Tampoco se obsesionaba pensando en la vida de ella en pareja, se limitaba a hincar el codo e inventar argumetos imaginativos, así olvidaba que la mayor ficción era su propia vida,ahogada en una triste realidad.

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