Nulla dies sine linea

19 febrero 2010

Fase

Sentado en el sofá a mi vera, sólo con observarte deduzco por tu mirada que ya no tienes ganas de mí. No hay brillo es esos ojos, ni siquiera una muestra de disposición oculta o alguna señal que invite al deseo. La tele es una escusa, un muro que nos separa y divide en silencios orquestados por ese aparato, que impide que la incomunicación sea total. Y los días en que a tientas buscabas mis labios y mi cuerpo, cuando habíamos apagado la luz, con esa pasión desmesurada y ese fogonzazo que manaba de tu vientre y yo bajaba por tus caderas trémulas y tu respiración se alteraba y mis manos…parecen un recuerdo destruido que no ha logrado sobrevivir a tanto tiempo en uso. Ahora duermes recostada hacia tu lado de la cama, sin dialogar sobre las cosas del día o lo humano y lo divino antes de cerrar los ojos y sumirte en tu mundo. A los pocos minutos de echarnos y cubiertos de oscuridad intento acariciarte la espalda por encima del camisón, pero murmuras y duermes. Entonces me quedo boca arriba inventado sombras en el techo y pensando si es verdad que simplemente estamos en otra fase. No sé si mejor o peor, pero años antes me metía en la ducha por sorpresa cuando estabas dándote un baño y todo era espontáneo y delicioso, el jabón recorriendo tus piernas, el agua caliente resbalando por las espaldas pegada, el filtro de luz que alegraba esa mañana; ahora vas al servicio reticente y sales de la ducha en silencio, mientras yo en el salón ordeno papeles o finjo no enterarme que estás desnuda a unos metros de mí, con la piel recién perfumada y esa suavidad delicada.
Antes nuestros problemas eran los pequeños problemas de los dos, ahora cada problema es individual y nace de uno para agredir al otro, para arrinconarlo y desprestigiarlo.
Samuel, a pesar de ser un hermano mediocre y muchas veces un cretino, tenía razón al decir que en su relación lo que falló fue el empeño en quemar la vida, desgastarse hasta que tan sólo quedó la resaca, las ruinas, las frases de más y el sexo sin ganas. Y al menos mi hermano supo irse cuando vio el bote quebrar, cuando intuyó la catástrofe y los días dejaron de ser todos iguales para ser las peleas todos los días. Pero yo sigo aquí, sin atreverme a una espantada que sepa a victoria, aunque en la salida de esta casa las lágrimas inunden mi rostro al dejar atrás una cama donde hace tiempo que ya no vibro de deseo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=zo6btMdyiTE&feature=PlayList&p=01712538A8E677B7&playnext=1&playnext_from=PL&index=1