Nulla dies sine linea

19 mayo 2010

Factor

Tenías que haberte visto la cara cuando te estampé aquel beso fuerte y penetrante sobre al atardecer de tu portal. Con el ímpetu y la emoción, tirando de cabeza hacia delante como un miura, mis labios golpearon los tuyos y a su vez esa deliciosa boca rosada se estrelló contra sus propios dientes. Menudo pedazo de animal. Era una mueca de sorpresa, con esos ojillos muy abiertos, enrojecida, mientras la sangre se deslizaba por la barbilla en un pequeño hilillo. Me pudo el ansia, querer abusar del factor sorpresa. Pero tu cara, ¡OH tu cara! Era un delicado poema. Por un instante creí que me ibas a abofetear, o a dar media vuelta y largarte, pero algo en ella, imperceptible, demostraba emoción, una brizna agradable de un por fin.
“Tú sí que sabes sorprender a una mujer”, dijiste con gran ironía mientras con el dorso de la mano secabas la sangre. Yo callaba, por supuesto, con una expectativa horrible en el pecho, ¡menuda primera toma de contacto! Ahora lo recordamos y nos reímos, pero en aquel instante quería que un coche me llevase por delante. Pero cuando la conexión es fuerte se perdonan ese tipo de traspiés. “Prometo hacerlo mejor la próxima ocasión”. “¿Esto es lo que querías de mí, tanto fingiendo para llevarme a casa y besarme en el portal como a una quinceañera?” Me estabas poniendo en un apuro y disfrutabas con ello, se te notaba que era una crueldad simulada. Pero yo ya no estaba para volver a hacerme el héroe ni querer ganar la partida con la táctica ataque a discreción. Te giraste para entrar en el portal. O sacas toda tu artillería masculina con toques de ternura o estás acabado chaval. Te agarré suavemente de la mano, girándote hacia mí. Acaricié con el pulgar el labio inferior magullado, mientras ponía mis ojos en línea directa con los tuyos, muy cerca, muy callados. Sentía tu olor. “Prueba otra vez”, susurraste con tu nariz pegada a la mía en un tono de voz cercano a la secreta excitación. Nunca una invitación me había sonado tan bien. No hubo un impulso, fue una unión; y entre la boca, la saliva, la lengua y el sabor presente de la sangre yo quería derretirme, podría haber muerto allí mismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un beso no se pide, se debe robar...jajja