Nulla dies sine linea

13 mayo 2010

Devoto

Pasé mi infancia en un pequeño pueblo donde las mujeres más cotillas y ruines denunciaban a sus vecinas ante las demás de actos o chismes, auténticas víboras humanas, para después acudir religiosamente cada domingo a la iglesia, tal vez para pedir por la hernia de su marido, para rezar por los exámenes del nieto o la rápida curación de un pariente enfermo. Por lo tanto, crecí asombrado de que la hipocresía no les afectara. Años después, no muchos, llegué al convencimiento de que no podía permitirme creer en los milagros, soy una persona que presume de usar la cabeza y la razón, que no necesita de supersticiones para dar sentido a las cosas que se escapan a mi control o me superan. Pero ahora me lo tengo que replantear. Tú me haces replanteármelo.
Eres nueva pero no encontrarás fisuras aquí, no tengo ni rastro de las huellas de la traición en mi mirada, no diré a nadie que escribo sólo para ti cosas que ya sólo tú comprendes ni que consigo que cuando estamos a solas te muestres tal y como eres. Y que me presionas para que haga relatos que hablen del esplendor del sol y de la esperanza, algo que no esté siempre cubierto por una fina capa de dolor, de miedo.
Te beso y es como volver a renacer, tal vez a los tres días, o meses, también he subido a los cielos; en especial cuando nos mantenemos en silencio, oyendo nuestras respiraciones, sin reconocer que pusimos a Damien Rice de mediador para enamorarnos.
De nuevo en camino, otra vez en la trinchera. Intuyo que como siempre habrá que pagar un precio, pero lo afronto y no me acobardo. Es magnífico cuando se consigue mantener y nunca me acobardo ante mujeres más guapas e inteligentes que yo, porque con sólo mirarte me desvelas lo que necesitas, lo que buscas en mí y lo que sientes. Nos tocamos y acariciamos como tratando de palpar el interior del otro, fundirse en un solo cuerpo y una vida y un alma. Trato de pasar el mayor tiempo posible contigo, pero no me resulta fácil porque siempre tuve complejo de lobo solitario, aunque mis días de vagar por esa oscura estepa están llegando a su fin; si rellenas los huecos de mis necesidades con una sonrisa, una conversación, el análisis de la siempre incierta realidad, pero nunca hablamos del futuro, ni del presente, no nos preocupa, no es inquietante, simplemente tenemos la seguridad de estar viviendo una vida que nos pertenece.
Una noche, susurrando cerca de tu oído mientras percibía el dulce olor de tu cuello, te conté de los años del alcohol y la droga, de la desesperación y el poder, siempre el maldito poder dando por saco. De no rendirse, de sufrir y de avanzar. Escuchaste atenta mi relato de miserias morales y mentiras profesionales, de infelices sin dignidad y de dignos perdedores buscando refugios lejos de la ciudad. Entonces, cuando ya no tenía fe en el amor ni en la gloria, llegas desde la otra parte del mundo, apareces en mi vida; no sé cómo sucede, pero sucede; y es maravilloso; a la par que mágico.

2 comentarios:

Clementine dijo...

Brutal, de verdad.
Casi cerraba los ojos y sentia esa magia, esa complicidad.
Me gusta tu manera de describirlo todo, de dejar volar la imaginacion. Por supuesto con Damien Rice d fondo..

:)

Anónimo dijo...

Nadie como tú. :)