Nulla dies sine linea

20 enero 2009

Delirios de libertad




7 de octubre
Todas las mujeres se creen diferentes; todas piensan que ciertas cosas no pueden sucederles, y todas ellas se equivocan. En mí, como en la mayoría de los hombres, dormita un adolescente nada seguro de sí mismo. Tras dieciocho años de matrimonio me alejo persiguiendo carreteras inciertas. Deberías verme ahora Berta, tú que siempre pensaste que no era capaz de actuar de esta forma, que creías que era la firmeza y la serenidad hechas hombre, que ni un solo día de nuestro matrimonio has dudado de mi sensatez.
He buscado una coartada en nuestro pasado, en toda esa ternura de palabras que me he dado cuenta no sirven para nada; pero mi ausencia te pondrá en alerta más que cualquier reproche, que cualquier carta de despedida. Todo lo que te preguntes, en la cama vacía encontrarás la plenitud de las respuestas.
Te hice dueña de algo que en realidad no podía entregarte, pues mi libertad es una consonante mal pronunciada. Me siento mayor y asustado. Desconozco el motivo concreto de esta locura de impreciso retorno pero percibo que nuestro tiempo se ha acabado. Recibo un estímulo iniciático que invita a continuar; me lío por viajes donde hayo pasajeros limítrofes en ningún lugar, versiones de uno mismo estampadas en cualquier retablo de prosas inacabadas, y la sinfonía de mis pasos es la variante más correcta de lo que pretendía ser una huída en estampida. Nadie me merece tanto como yo mismo, y soy de los que encuentran gradualmente un motivo para escapar. Soledad era una excusa. Si como afirmaba Fitzgerald, la vida es sólo un continuo proceso de deterioro, yo busco mi segunda juventud lejos de todo lo que representas.
En el fondo estoy lejos de poder ser alguien mejor, y confesar es pecado para los tipos como yo.



10 de octubre
Hoy conduzco ya durante más de 14 horas atravesando mi propia incredulidad, y ahora las carreteras están disfrazadas de nocturnidad sobre el asfalto lluvioso. Una viejo saxo de jazz que suena de la radio es mi copiloto, y mis pensamientos están marcados por el éxodo y el miedo. Recorro kilómetros sin dirección, sin rumbo, tratando de alejarme de no sé el qué, pisando el acelerador y surcando autovías empapadas, algo no me deja detenerme en mi impulsivo recorrido y me ha asaltado el temor, de que venzan mis ojos en mi rodar y encuentre la muerte tan lejos y tan injusta, y que me aleje de ti. Un despiste, un frenazo entre el agua salpicada, una curva preparada para la ocasión y no volveré a sentirte cerca, ni a contemplar tu rostro recién levantada cuando juegas a no querer afrontar el día, ni tu piel clara y ese olor a cielo que ahora se me presenta tan remoto.
Me abraza la franqueza y el pensamiento de no volver a verte. Freno, o tal vez es mi mente la que se detiene, y busco la manera de regresar. Mis delirios de libertad finalizan en el momento que cruza como una exhalación tu recuerdo y la idea de la muerte propia.
Berta, he renegado de lo más importante por no querer asumir mi desgaste, nuestra propia madurez que marcan las arrugas.
Ya estoy a unos pocos pensamientos de casa. Haremos el amor lejos de mi propia condición de prófugo, volveremos a encontrar paz en los momentos más íntimos de la noche que abordamos para nosotros.

No hay comentarios: