Nulla dies sine linea

03 agosto 2011

Seguridad

Con diecisiete tenía la estatura perfecta y una belleza que florecía maravillosamente, cada día más exuberante y cálida, abanderada por unos ojos llenos de un mar que era como un sueño azul. La gente se quedaba sin respiración al verla, y los hombres eran como muñecos en la noche. Los dieciocho años deberían haber significado muchas cosas. Con dieciocho podré…Hasta que una chica no llega a los dieciocho….verás las cosas de otra manera cuando tengas los dieciocho. Julia al cumplir esos años únicamente poseía una certeza extraña para su edad. Para ella la mayoría de los chicos no eran nada: ni héroes, ni hombres de mundo, ni modelos de virilidad, ni nada de lo que se había imaginado. Sólo eran fáciles. Los que la atosigaban y también los que trataban de hacerse los duros. Ni siquiera sentía un estremecimiento especial al besarlos, porque era una especie de consecuencia lógica, algo a lo que no se le otorgaba demasiada importancia.

Un día sin número Julia comprendió que nunca volvería a tener veinticinco años, y por primera vez en su vida no se sentía segura de sí misma. Tenía amigas que decían haberse casado por amor y cuya eternidad duró lo que tarda en pasar tres inviernos.
Puede que las personas tuvieran un capital fijo de emociones, y ella había agotado los suyos jugando a ser el objeto de sus cacerías en la bochornosa oscuridad, derrochando energías en romances breves mientras creía que el chico perfecto que esperaba tal vez se hubiera convertido en una proyección de sus propios sueños, una radiante y nebulosa masa de luz.
Por dos veces había tenido ese amor al alcance de la mano, a su cabeza acudían palabras y pensamientos inmemoriales, que aún siguen siendo útiles, que todas las mujeres tuvieron alguna vez, ese estremecimiento que a veces se siente por un hombre que se acaba de conocer, diferente a todos los que se había tratado, con ciertas condiciones que saltan a una primera vista, o que acaso creemos intuir. Pero cuando quiso agarrarlo, cuado se popuso estrechar el brazo sobre esa mano tendida, se descubrió sin fuerzas, carente de ánimo, sin nada que ofrecerle; sólo su experiencia en el juego de manipular y el retorcido arte del mentir. Pero, ¿de verdad había pasado eso? Es inverosímil, Julia lo sabe, la gente lo sabe y la cree. Nadie tan hermoso puede hacer algo verdaderamente malo.

2 comentarios:

Pavel dijo...

Que gran verdad, al final siempre buscamos ese amor que nos haga ser felices, pero mientras no somos conscientes de lo que buscamos, vamos " de flor en flor", arancando hojas del calendario, pero sin cosas que anotar en él...........
Como siempre, tus relatos me hacen meditar y reflexionar

Alba Teresa Porta Garcia dijo...

Típico de los jóvenes que se dan mucha prisa en vivir durante los 3 primeros años de iniciación a la madurez todo lo que suele ocupar un par de décadas. Te aburres y te suicidas psicológicamente. Julia morirá pronto.