Nulla dies sine linea

12 noviembre 2010

Silencio

Ella apartó la mirada y agachó la cabeza, reclamando un silencio cotidiano y habitual sin necesidad de exigirlo. Durante mucho tiempo ese había sido un territorio de los dos, hermético y privado como nuestros propios corazones; cuando después de hacer el amor me gustaba tenerla a mi lado, tumbarnos en la cama y mirarla sin decir nada, acaso acariciando su rostro; nada podía ser mas nuestro que ese acuerdo de silencio, observándonos con dulzura los ojos, descansando aun exhaustos después del amor.
Pero ahora sabía lo que ese gesto y esta quietud significaban. Como un sendero incorregible que nos lleva irremediablemente hacia el mismo final, capaz de abolir años de relación con la certeza del se acabó, del todo termina porque viajamos ya sin rumbo en un barco a la deriva, sin capitán, velas ni timonel. Nuestro camino ha perdido su rumbo, y retomarlo es tan imposible como volver a nacer. Deberíamos recomenzar otra vida donde nos encontráramos mucho antes del desgaste, donde el tiempo no restara y la invisible coraza que cubre los cuerpos no se fuera desprendiendo a golpe de besos, hasta quedar sin nada donde posar los labios, sin ganar para encender un fuego de la pasión. Con vestiduras que se han de renovar siempre en otros brazos, para evitar continuar descendiendo hasta un precipicio donde muere hasta el propio olvido.
Y pienso en todas las parejas que en este momento empiezan a abrirse y a nacer, buscándose en la oscuridad de la habitación de un hotel o aprovechando que sus padres no están en casa se aman sobre la misma cama donde dentro de un tiempo se evitarán, sin fuerzas ya para sus fuegos.
Ese proceso que nos lleva al desastre y al sofá y al alcohol comienza indefectiblemente en una ilusión. Nada puede decepcionarnos ni morir sin antes brotar. Y cuando sucede estamos tan embargados por el perfume de nuestro propio enamoramiento que olvidamos que todo tiende a deslizarse hacia abajo, que formamos parte del doble juego de espejos de la vida; no sé si pensamos entonces en fuerzas como el orgullo, la renuncia, la decepción, como algo que nos acontecerá; y entonces la desesperación nos deja sin fuerzas para llorar, las lagrimas deciden tornarse en pesadillas que nos llevan hacia ella, en un cuerpo que ya no podemos tocar. La imaginación nos envuelve hoy tan encandilante como entonces la realidad. Nunca buscaremos juntos la culpa o la responsabilidad o el acaso no inimaginable recomienzo.
En mí hay tan solo un sentimiento de castigo, castigo por el precio del que ama y desea, que grotesco sentimiento que se desata ahí donde tendría que estar esperando la felicidad, a cada náusea de recuerdo; de pensar que donde tendrían que estar los años por vivir y un coche con dos avanzando hacia el sol, solo hay parches y pesadillas y si acaso un paquete de cigarrillos a medio acabar apoyando con su humo el perfume de alguna botella mal tapada que descansa sobre la mesa.
Todo eso lo sé con su descenso de cabeza, con ese silencio que al igual que sus ojos, callan lo que ya no hace falta decir, es simplemente la conversación que precede al final, como ese intenso frío que acontece antes del amanecer, sólo que aquí no sobrevendrá la luz de un día soleado, tan solo nubes y tonos grises y las tibias gotas de lluvia que empapan como lágrimas día tras día golpeando sobre el recuerdo de lo perdido.

1 comentario:

sueñaquesueña dijo...

No hay mucha gente tan perceptiva como el muchacho de este relato, a veces no sirven silencios, ni gestos, ni palabras. Pero también es cierto que no todo lo que empieza así acaba así, no todo es irremediablemente previsible y no todo acaba porque se apure. Hay amores mucho más intensos con el tiempo, aunque no sea lo habitual, pero yo los he visto.

Me ha gustado mucho este texto, y el siguiente que has escrito, el que tiene como voz narradora a una mujer. A mí me costaría narrar desde el punto de vista de un hombre, o quizás no, no sé, tendré que probar un día.

Tengo la duda de si ambos textos están relacionados, o podrían estarlo. Una mujer que no se atreve a dejar a su pareja a pesar de que no siente lo mismo y un hombre que capta el cambio de sentimientos de la mujer... Muy interesante.